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En Bolivia la élite terrateniente amenaza con una guerra civil: los trabajadores y los campesinos pueden detenerlos

El objetivo de la derecha es simple: obtener el control de las reservas de petróleo y gas del país, y evitar una reforma agraria que golpeó a los más grandes ganaderos agrícolas del país.

Santa Cruz es el más poblado de las cuatro provincias que forman la Media Luna boliviana – los demás son, Pando, Tarija y Beni – lo cual es una agrupación geográfica de las tierras mas bajas del este del país que forman un figura semicircular alrededor del altiplano. Los otros tres departamentos también pretenden dar sus propios pasos hacia la autonomía mediante una serie de referendos este junio. La Media Luna representa alrededor del 60 por ciento del producto interno bruto del país, mientras contiene sólo un 35 por ciento de su población.

El Presidente Morales ha aceptado la implementación por el parlamento de un referendo revocatorio sobre su cargo y el del vicepresidente y los gobernadores de las nueve provincias del país. Morales cree, probablemente correctamente, que ganará fácilmente el voto, reafirmando así su mandato democrático.

El referéndum revocatorio se realizará el 10 de agosto. Por supuesto, los socialistas deben llamar a los bolivianos a votar NO a la retirada de Morales, ya que un voto SI sería un mandato para abortar las intentadas reformas agrarias y la nacionalización de los hidrocarburos. Sin embargo, en los referendos departamentales, los socialistas, por supuesto, deben militar por un voto SI con respecto a la revocación del mandato de los prefectos derechistas pro-oligarcas.

Pero ¿cuál es la estrategia de Morales? ¿Para que aceptar el referéndum e intentar ganar nuevos mandatos democráticos cuando la mayoría de las masas han demandado reiteradamente profundas reformas agrarias y la nacionalización de las enormes reservas de petróleo y gas?; la de Morales es una peligrosa e innecesaria táctica. Les da a los secesionistas más tiempo para intentar desmoralizar y desmovilizar a las masas.

La derecha simplemente no se molestó sobre las formalidades de la Constitución de Bolivia y continuará con sus planes para formar su propio Estado. Por ejemplo, ya han logrado forzar la creación de una administraciones paralelas con respecto al sistema de recaudación tributaria, la policía y milicias que se parecen cada vez mas a una fuerza armada – todo con la complicidad de la Embajada de los EE.UU. y el respaldo de intereses comerciales de América Latin y EEUU con pretensiones de retener y expandir su control sobre la riqueza mineral del país. El embajador estadounidense Philip Goldberg ha facilitado el apoyo económico y logístico a los secesionistas.

Sin embargo, en vez de lanzar una ofensiva en contra de los planes de acción decisiva de la derecha, Evo Morales sigue hablando sobre una solución negociada con los racistas y anti-democráticos oligarcas. Las masas – los trabajadores, campesinos, y la mayoría indígena – no pueden permitir semejante conciliación, sino que deben exigirles a Evo Morales y el Movimiento al Socialismo a ayudar a movilizar y armar a las masas para luchar en contra de la derecha, en vez de estar indefensos ante una secesión o un golpe militar bajo el pretexto de “defender la unidad nacional” dándole a la derecha todo lo que quiere.

Los golpistas y los dirigentes secesionistas deben ser detenidos, sus fondos despojados de sus bienes, su referendo “victorioso” anulado, sus marchas prohibidas y sus reaccionarios seguidores expulsados de las calles. La “base” de los secesionistas oligarcas debe ser eliminado mediante la redistribución de la tierra para beneficiar a los campesinos pobres de Santa Cruz, y el gobierno debe alentar a la base del ejército para que se oponga a la ruptura del país.

Durante la entera crisis política de los últimos dos años, Morales y el MAS han ofrecido negociar con los oligarcas. Han aplazado los referendos sobre la Constitución y la reforma agraria, y han resistido implementar una reforma adecuada de las pensiones la nacionalización entera de la industria de petróleo y gas, demandas por los cuales lucharon los enormes movimientos revolucionarios de la primera mitad del decenio. Gran parte de los campesinos y las organizaciones indígenas y la confederación sindical Central Obrera Boliviana (COB) ha condenado estas concesiones y entendido la necesidad de movilizarse más para una acción decisiva.

Los trabajadores y los pueblos indígenas deben exigir que el MAS lleve a cabo las reformas prometidas en su totalidad y sin pagar un centavo de indemnización a los conspiradores reaccionarios. El proyecto de Ley de Tierras debe ser promulgado ahora, ya que sería una espada popular partiendo el corazón de los oligarcas, debido a lo cual se evaporaría gran parte de su base social en el campo. El MAS también debe nacionalizar completamente la industria de hidrocarburos – sin indemnización – y no seguir defraudando al pueblo a través del aumento de los impuestos. La tierra y los negocios de los oligarcas también deben ser tomadas y dirigidas por comités de trabajadores y campesinos.

La COB y los órganos de coordinación locales de las masas, al igual que la Fejuve de El Alto, deberían tomar la iniciativa en la formación de un frente unido de los trabajadores, campesinos y organizaciones indígenas para derrotar a las fuerzas contrarrevolucionarias y su campaña para mantener todas las riquezas naturales del país por sí mismos. Se deben formar milicias con carácter de urgencia para defender a las fuerzas progresivas contra los terratenientes y las organizaciones juveniles fascistas.

Si bien el ejército se ha mantenido fuera de la política hasta ahora, debido principalmente al hecho de que Morales no lo haya solicitado para hacer cumplir las decisiones centrales en contra de los secesionistas, el pueblo boliviano no puede confiar en esa institución debido a su actual cuerpo de oficiales. Sin embargo, la base debe ser convencida de la causa popular mediante un campaña para darles derecho políticos y democráticos, por ejemplo el de elegir a sus propios funcionarios y de aunar esfuerzos con los trabajadores y campesinos’ milicias.

Por último, pero no por ello menos importante, los bolivianos necesitan su propio partido revolucionario de masas que esté dispuesto a encabezar la lucha de clases en contra de los oligarcas y las multinacionales y llevarla hasta el final, hasta la toma del poder y la instalación de un gobierno de los trabajadores y los campesinos capaz de llevar a cabo la abolición del capitalismo en Bolivia. La COB y otras organizaciones de trabajadores han estado debatiendo la creación de su propio instrumento político – ¡ahora es el momento de hacerlo!

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